El Life Issues Institute, una entidad provida con sede en Estados Unidos, lanzó un video en el que explica los graves riesgos físicos y psicológicos que trae para las mujeres el aborto con misoprostol.
En el video titulado “A closer look at the chemical abortion” (Una mirada más de cerca al aborto químico), Donna Harrison, directora ejecutiva de la Asociación Americana de Obstetras y Ginecólogos Provida, explica el proceso del aborto con misoprostol y sus graves riesgos.
En este tipo de aborto, dijo Harrison, la mujer toma dos fármacos o drogas: “La primera droga es mifepristona, con el nombre de mifeprex. Y esta primera droga se toma para bloquear los efectos de la progesterona en el cuerpo de la mujer. Esta droga bloquea la capacidad de su vientre para alimentar y nutrir al bebé. Una segunda droga se administra más tarde y es misoprostol. También se le conoce como cytotec. Esta droga hace que el útero de la mujer se contraiga y expulse al bebé”.
La experta se refirió luego a una investigación en Finlandia que estudió a 42 mil mujeres que se practicaron abortos. Esta mostró que “las pacientes con aborto químico tenían una tasa de complicaciones cuatro veces más alta que las pacientes con aborto quirúrgico”.
“Estas pacientes –precisó– tuvieron hemorragias, tejido retenido y estas son solamente las complicaciones inmediatas, sin siquiera tomar en cuenta las complicaciones a largo plazo”.
La doctora explicó que una de las “complicaciones más graves es una infección mortal llamada infección por clostridium sordellii que suele encontrarse en el suelo”. Normalmente las personas están expuestas a esta, “pero cuando el sistema inmunológico está suprimido como lo está con el mifeprex y con el misoprostol, entonces las mujeres no pueden luchar contra esa infección y eso puede llevar rápidamente a una infección fatal”.
El video muestra luego el testimonio de dos mujeres que pasaron por el aborto con misoprostol. La primera es Tammi Morris que en 1995 ya era madre, se había sometido en el pasado a un aborto quirúrgico y pensó en abortar nuevamente poco antes de casarse, pero esta vez con medicamentos.
A Tammi los médicos le dijeron que todo iba a ser un procedimiento simple y sin dolor. “Estaba desconcertada. Pensé que sentiría dolores menstruales como los que tuve con mi aborto quirúrgico y que terminarían relativamente rápido. Pero no fue así. Eso fue horrible. Estaba sola, asustada y sentía que iba a dar a luz a la misma muerte. No me prepararon para esto”, relató.
“Me dijeron que expulsaría algunos tejidos como coágulos”, pero lo que vio fue “un bebé formado, reconocible, imposible de negarlo. Mi bebé, el bebé de mi prometido. Comencé a sangrar profusamente, más de la cantidad permitida o normal”.
Tammi comentó que después del aborto se sintió “enojada, avergonzada. Era muy difícil sentirme bien porque tenía este secreto. Tuve esta experiencia traumática que no podía compartir con nadie y después de todo ¿cómo puede hacer el duelo abiertamente una madre que mató intencionalmente a su propio hijo en el útero?”.
La historia de Elizabeth Gillette, de Oregon, es similar. Ella fue hace unos años a una clínica de la trasnacional del aborto Planned Parenthood, aunque no estaba segura de abortar.
“Pedí ver el ultrasonido y la doctora dijo que esa realmente no es nuestra política”. Le mostraron una imagen fija y le dijeron: “¿Ves? No ha
y movimiento. No h
ay latidos del corazón. Tu embarazo no es viable’. Me mintió porque sabía que estaba en el límite. Ella sabía que quería irme”, recordó.
“Nadie me aconsejó. Nadie me dijo cuáles eran las opciones. Nadie me informó de ningún tipo de centro de ayuda para el embarazo ni nada”, lamentó Elizabeth.
Tampoco le hablaron de las consecuencias psicológicas. “La doctora me había prometido que me sentiría aliviada. No sentí ningún alivio”, sino “una culpabilidad abrumadora. Como una enfermedad interna de la que no podía librarme. Las pesadillas comenzaron poco después. Dejé de comer. Me volví anoréxica. Después me diagnosticaron un trastorno de estrés postraumático agudo”, relató.
“Todavía no conozco una mujer que no se arrepienta de su aborto”, concluyó.
Al respecto, Donna Harrison explicó que “con un aborto no hay apoyo social. Estas mujeres sufren la pérdida de su hijo y no tienen ningún apoyo social para ello. Y esto lo convierte en un duelo muy complicado. Y es por eso que tienen mayores riesgos de suicidio, abuso de sustancias y depresión crónica grave que requiere hospitalización”.
“El sangrado de un aborto quirúrgico dura un día. El sangrado de un aborto químico puede durar semanas, hasta meses”, precisó.
El Life Issues Institute tiene como sede la ciudad de Cincinnati en Ohio (Estados Unidos). Es una organización provida que se “dedica a cambiar las mentes y los corazones de millones de personas a través de la formación”, según indica su sitio web. Fue fundado en 1991 por J.C. Willke, MD y Bradley Mattes.
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