El Papa Francisco reflexionó, durante la Misa celebrada este martes 9 de abril en Casa Santa Marta, sobre “el cansancio” del pueblo de Israel tras el éxodo de Egipto, y advirtió que, al igual que los israelitas, en ocasiones los cristianos “prefieren el fracaso” porque permite refugiarse en el lamento y la insatisfacción, “el campo perfecto para la siembra del diablo”.
Como se lee en la Primera Lectura del día, del Libro de los Números, “el pueblo de Dios no soportó el viaje” a través del desierto, explicó Francisco. Rápidamente desapareció el entusiasmo y la esperanza de la huida de Egipto, de la esclavitud.
En ellos, “el espíritu de cansancio les quitó la esperanza. El cansancio es selectivo: siempre nos hace ver lo malo del momento que estamos viviendo y olvidar las cosas buenas que hemos recibido”.
“Cuando nos encontramos en la desolación, no soportamos el viaje y buscamos refugio en los ídolos o en la murmuración”. “Ese espíritu de cansancio también nos lleva a nosotros, cristianos, a un modo de vivir insatisfecho: el espíritu de la insatisfacción. Nada nos gusta, todo va mal…”.
Advirtió que “el miedo a la esperanza”, “el miedo a la falta del Señor” lleva a ceder al fracaso, y esa “es la vida de muchos cristianos. Viven lamentándose, viven criticando, viven en la murmuración, viven insatisfechos”.
Dice la Biblia que el pueblo de Israel “no soportó el viaje”. Y al igual que los israelitas, el Papa aseguró que “nosotros los cristianos muchas veces tampoco soportamos el viaje. Y nuestra preferencia el agarrarnos a la derrota, es decir, a la desolación. Y la desolación es la serpiente, la vieja serpiente, la del Paraíso terrestre. Es un símbolo: la misma serpiente que sedujo a Eva es la misma serpiente que tenemos dentro, que habita en la desolación”.
El Papa finalizó su homilía pidiendo que “el Señor nos libere de esta enfermedad”.
Esta es la Lectura comentada por el Papa Francisco:
Números 21:4-9
4 Partieron de Hor de la Montaña, camino del mar de Suf, rodeando la tierra de Edom. El pueblo se impacientó por el camino.
5 Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable.»
6 Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel.
7 El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes,» Moisés intercedió por el pueblo.
8 Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.»
9 Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida.
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