El Arzobispo de Los Ángeles y presidente del Episcopado de Estados Unidos (USCCB), Mons. José Gomez, recordó que el aborto es “una atrocidad” y “no tiene lugar en una sociedad civilizada”.
Así lo indicó el Prelado de origen mexicano en la Misa de Réquiem que presidió en la Catedral de Los Ángeles el 18 de enero, en memoria de todos los bebés no nacidos que han muerto a causa del aborto.
Tras señalar que “rezamos por sus madres y sus padres, y por todos aquellos que conocen el dolor del aborto y sufren por esta tragedia”, el Arzobispo dijo que “cada vez que un niño muere en el vientre, algo de nuestra humanidad también muere”.
“El aborto es ciertamente una atrocidad que debe abolirse, no tiene lugar en una sociedad civilizada, pero todos nosotros necesitamos admitir que no hemos hecho suficiente para construir una sociedad justa, una comunidad de amor, donde ni siquiera se piense en el aborto”, dijo Mons. Gomez.
“Pedimos la gracia y el coraje de confrontar esta injusticia y de comprometernos con el arduo trabajo de construir una sociedad que sea digna de la persona humana”, aseguró.
El Arzobispo de Los Ángeles recordó que Cristo “se abajó a sí mismo para convertirse en nuestro sirviente, tomando la carne humana en el vientre de la Virgen María. Servimos a Dios que se revela a sí mismo como un pequeño bebé, un Dios que quiso venir a nosotros de una madre humana, naciendo en una familia humana”.
El presidente del Episcopado de Estados Unidos dijo que la “vida humana es preciosa para el Creador. Su amor por nosotros es infinito y comenzó mucho antes de que naciéramos. Nuestro Dios es un Padre que modela cada alma en el vientre de cada madre”.
“Somos la idea de Dios, cada uno de nosotros. Y hay una chispa de lo divino que está escondida en el propósito de cada persona. La persona humana es la gloria de Dios porque hay un rastro de Dios incluso en la persona más pequeña, también en el niño que está a la espera de nacer”, continuó.
Mons. Gomez dijo que “la existencia del aborto nos dice que aún no hemos creado una cultura de vida, que aún no somos una sociedad o una economía que valore a la persona humana y la familia como la célula básica de la sociedad”.
Tras señalar que todos “tenemos la responsabilidad de cuidar a nuestros hermanos y hermanas”, el Arzobispo alentó a “cambiar esta sociedad y cambiar esta cultura. Pidamos la gracia de comprometernos para seguir trabajando para proteger la vida por nacer y hacer más para apoyar y fortalecer la familia”.
“Dios nos llama no solo a respetar la vida humana, Dios nos llama a reverenciarla. Él quiere que contemplemos y celebremos el misterio, la presencia divina, su gloria en el alma de cada persona”.
Finalmente el Prelado hizo votos para que el Señor “nos dé la fuerza para seguirlo y construir una cultura donde toda vida humana es sagrada, donde podamos ver la luz de Dios en los ojos de todos los niños”.
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