El Cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hace un interesante análisis sobre el papado en la Iglesia Católica y afirma que con la renuncia de Benedicto XVI se generó una situación que era hasta ahora “desconocida e incluso impensable”.
Así lo indicó el Purpurado en un artículo titulado “El cristocentrismo del servicio de Pedro y por qué existe un solo Papa” publicado en La Nuova Bussola Quotidiana, un sitio web que suele ser crítico con el Papa Francisco.
“Con la renuncia de Benedicto XVI al ejercicio del ministerio petrino el 28 de febrero de 2013, y luego con la elección del Papa Francisco el 13 de marzo del mismo año, se generó una situación completamente nueva, hasta ahora desconocida e incluso impensable en la historia del papado y de la Iglesia”, afirma el Cardenal.
“Hasta hoy nos faltan formas adecuadas de pensamiento y de lenguaje para alejar, de una parte, desde el punto de vista eclesiológico, la idea herética de un doble vértice (como cuando se habla de dos Papas) y, de la otra, para estar a la altura del hecho que, según un actual uso lingüístico, ahora existe un ‘obispo emérito’ y Papa de Roma, que sin embargo no detenta más el ministerio petrino”, prosigue.
El Purpurado alemán precisa luego que “el problema, para la verdad de la fe, nace del hecho que el Obispo de Roma, como Sucesor de Pedro, es el principio de unidad que debe ser realizado por una sola persona. Desde el momento en que el ejercicio del pleno poder papal depende de su posesión, la distinción entre la renuncia al cargo y su ejercicio resulta superflua porque en realidad puede existir un solo Papa”.
En consecuencia, “la distinción terminológica entre un Papa ‘a cargo’ y uno ‘emérito’ o entre el detentor activo del primado romano y el participante pasivo, es en esto de poca ayuda”.
El Cardenal Müller explica que, a diferencia de los demás obispos, el Papa que es Obispo de Roma no es sucesor de todos los Apóstoles en general sino solo de Pedro, “la roca sobre la cual Jesús edifica su Iglesia”.
El Purpurado describe luego que en el intento de encontrar “una posible interpretación de la actual situación de excepción al hecho que en el corazón de la Santa Roma Iglesia actualmente parecen vivir ‘dos’ sucesores del Apóstol Pedro” es importante recordar que “el Obispo de Roma es sucesor de Pedro solo mientras vive o hasta que firma la dimisión voluntariamente”.
“Con la renuncia voluntaria al cargo, decaen definitivamente también las prerrogativas papales o los plenos poderes petrinos”, agrega.
“Todo obispo de Roma es sucesor de Pedro solo durante el tiempo en el que es el actual obispo de Roma. No es sucesor de su predecesor y por esto no pueden nunca existir al mismo tiempo dos obispos de Roma, papas o sucesores de Pedro”, subraya.
Los medios y el papado
El Cardenal se refiere luego a la importancia de los medios de comunicación y comenta que ahora “la Santa Sede parece, dicho entre paréntesis, dar mayor peso al fenómeno del predominio de los medios, desde el momento en que ha incrementado el número de colaboradores del Dicasterio para la Comunicación, el cual, respecto a la Congregación para la Doctrina de la Fe –que para el Magisterio de los Papas es muy importante– ha aumentado en 30 veces”.
Con la realidad de los “dos Papas” surge el “sutil problema de confrontar los pontificados de dos personas vivas”, lo que hace que “en la era del pensamiento laicizado y de medios de comunicación de masa, los puntos de vista políticos e ideológicos terminen por contaminar el juicio teológico, es decir el modo de ver de la fe de la misión sobrenatural de la Iglesia”.
Se llega entonces “al extremo en el que los principios de la teología católica son sospechosos de ser de ideología ‘conservadora’ o ‘liberal’, según el punto de vista de interés. La valoración positiva de uno u otro pontificado se opone recíprocamente a expensas de la parte adversaria”.
El Cardenal Müller comenta asimismo que “las pruebas de este dañino antagonismo de los pontificados de dos actores vivientes de la historia actual son muchas y se reflejan cotidianamente en los comentarios de los diarios, los blogs, los sitios web y las películas de propaganda”.
“Para el pueblo de Dios resulta de verdadero interés espiritual y teológico no lo que distingue al Papa anterior del actual en el estilo personal, sino qué cosa une a Benedicto XVI con el Papa Francisco en la preocupación por la Iglesia de Cristo”, resalta el Purpurado alemán.
El Prefecto Emérito también opina sobre la propuesta de algunos de que el Papa anterior pertenezca nuevamente al Colegio de Cardenales y afirma que esta “no se acerca en realidad al problema central porque el punto es la relación entre el cargo de obispo romano y sus prerrogativas petrinas”.
Sin embargo, “¿a qué Iglesia local está en relación su dignidad episcopal (como obispo diocesano o titular) si no puede ser a la Iglesia de Roma? Nos podemos imaginar que se convierte, en la cercanía más estrecha de la Iglesia de Roma, en Obispo de Ostia, sin tener que tomar parte activa en la guía de la diócesis ni deber participar activamente como cardenal en la elección papal o tampoco como consejero en los consistorios”.
En defensa del papado
“La descripción de la relación entre el Papa precedente y el actual no puede depender de consideraciones de estima personales, porque objetivamente se trata del ministerio dado por Cristo. Como curador de la obra completa de Joseph Ratzinger estimo mucho su genio teológico. Y como antiguo frecuentador de América Latina sé también apreciar el incansable esfuerzo del Papa Francisco por los pobres del mundo”, prosigue el Cardenal.
“Del mismo modo –algo incomprensible para los estrategas– siempre he interpretado los puntos ambiguos de Amoris laetitia y Fratelli tutti de modo leal, en la línea de la continuidad de la enseñanza de la Iglesia Católica. Se trata de la corrección fraterna, de la que en la condición de peregrinos todos necesitamos, sobre todo ante el peligro de graves incomprensiones, también públicas, de parte de obispos y cardenales romanos, entonces es necesario defender la ‘verdad del Evangelio’”, continúa el Cardenal alemán.
El Cardenal Müller indica que “los cardenales hoy sirven al papado con argumentos capaces de resistir a la intemperie y no con inútiles panegíricos –tanto así que Dante en su Divina Comedia puso a los aduladores en el octavo círculo del infierno– algo que aquí, con humor cristiano, no queremos reclamar sin una gran referencia a la misericordia de Dios”.
Hablando luego sobre la Iglesia que es presidida por el Santo Padre, el Cardenal señala que “ni en la doctrina de la fe revelada ni en la constitución sacramental de la Iglesia pueden existir ‘revoluciones’ según un lenguaje político-sociológico o ‘cambios de paradigma’ científicos-teóricos (por ejemplo a la boloñesa) porque estos se pondrían a priori en neto contraste con la lógica de la divina Revelación y con la voluntad fundante de Cristo, fundador y fundamento de la Iglesia”.
“No son las imágenes construidas de la Iglesia las que los ideólogos de los medios pueden imponer a los fieles porque existe una sola imagen de la Iglesia, ‘pueblo que deriva su unidad de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’”, añade.
El Purpurado asegura luego que “cualquier llamado a una ‘fraternidad universal’ sin Jesucristo, el único y verdadero Salvador de la humanidad se convertiría, desde el punto de vista de la Revelación y teológico, en una loca carrera en tierra de nadie, si el Papa, cabeza de todo el episcopado, no reuniera siempre nuevamente a los fieles en la explícita confesión de Pedro a Cristo, hijo de Dios viviente”.
El Papa es el Vicario de Cristo
El prefecto emérito recuerda luego que el Papa es el Vicario de Cristo, su representante en la tierra y, por lo tanto, está “en segundo lugar” luego de Jesús.
“El título de Vicario de Cristo –en la comprensión teológica– no ensalza al Papa sino que lo humilla de modo decididamente singular y lo avergüenza ante Dios y los hombres cuando ‘no piensa según Dios sino según los hombres’, porque Pedro no tiene ningún derecho de adaptar la Palabra de Dios según su propio parecer y el gusto del tiempo, ‘para que la cruz de Cristo no sea vana’”.
El Cardenal recuerda que “nosotros discípulos de Jesús estamos expuestos, hoy como entonces, a la capacidad de Satanás de tentarnos: él nos quiere confundir en la fidelidad a Cristo, el hijo de Dios vivo, que es ‘verdaderamente Salvador del mundo’”.
“Por esto Jesús le dice a Pedro y a todos sus sucesores en la cátedra romana: ‘He rezado por ti, para que no te falte la fe´. ‘Y tú, cuando te hayas arrepentido de nuevo, confirma a tus hermanos’”, concluye el Cardenal Müller.
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