noviembre 23, 2024

Una regla de vida para alcanzar la santidad

Arzobispo a obispos alemanes: ¿Son capaces de soportar el odio del mundo por el Evangelio?

Mons. Samuel Aquila, Arzobispo de Denver (Estados Unidos), escribió una carta abierta a los obispos católicos del mundo, especialmente a los de Alemania, en la que hace una extensa crítica y cuestionamiento al polémico Camino Sinodal de la Iglesia en ese país.

Una respuesta al Foro I del Camino Sinodal Católico Alemán: Una carta abierta a los obispos católicos del mundo”, es el título del texto del Arzobispo de Denver, que ofrece la misiva “para nuestra oración y reflexión”, este 26 de mayo cuando la Iglesia celebra la fiesta de San Felipe Neri.

El Camino Sinodal es un proceso llevado a cabo por los obispos y laicos alemanes para debatir cuatro temas principales: la forma en la que el poder se ejercita en la Iglesia, la moral sexual, el sacerdocio y el papel de las mujeres.

Los obispos alemanes inicialmente aseguraron que el proceso concluiría con una serie de decisiones “vinculantes”, lo que suscitó preocupación en el Vaticano dado que estas podrían contravenir las enseñanzas y la disciplina de la Iglesia Católica.

El Vaticano envió una carta a los obispos alemanes precisando que estos planes no eran “eclesiológicamente válidos”.

Luego de varios diálogos entre el Vaticano y la conferencia episcopal, el Camino Sinodal comenzó el 1 de diciembre de 2019 y se espera concluya en febrero de 2022.

En los últimos días, la crisis en Alemania se acentuó luego de que diversos sacerdotes y agentes pastorales bendijeran parejas homosexuales –pese a la prohibición explícita del Vaticano– dieran la Comunión a protestantes y se permitiera que 12 mujeres predicaran homilías en varios puntos del país.

En su carta publicada íntegramente hoy por ACI Prensa, Mons. Aquila cuestionó a los obispos de Alemania: “¿Queremos hablar de la Cruz? ¿Tenemos el valor de caminar en el camino de la Cruz, soportando el odio del mundo por el mensaje del Evangelio? ¿Atenderemos la llamada del Señor Jesús al arrepentimiento y tendremos la valentía de proclamarla en un mundo incrédulo?”.

“¿Estamos ‘no avergonzados del evangelio’ (Rm 1, 16) y su oferta de liberación del pecado gracias a la muerte y resurrección de Cristo, o su oferta de una íntima relación con su Padre en el amor de su Espíritu Santo?”, continuó.

En su carta, el Arzobispo de Denver recuerda que la autoridad de los obispos no es suya sino que les viene de Cristo.

“Todo sucesor de los Apóstoles debe resistir la tentación de imitar a los profetas insensatos que, siguiendo su propio espíritu, promovieron sus propias opiniones e ideas en tiempos de Ezequiel. Asimismo, todo sucesor de los Apóstoles debe rechazar la tentación de imitar a los profetas y sacerdotes del tiempo de Jeremías, que acomodaban su enseñanza a las preferencias del pueblo”, prosigue el Prelado.

Mons. Aquila indica luego que “la mayoría de nosotros, fuera de Alemania, somos conscientes por los medios de comunicación del Camino Sinodal Católico Alemán y de la franqueza de algunos obispos que piden cambios radicales en la enseñanza y en la práctica de la Iglesia”.

¿Ordenación de mujeres?

Mons. Aquila centra su reflexión en el “Texto Fundamental del Foro I” del Camino Sinodal que pide, entre otras cosas, “reevaluar críticamente la determinación de San Juan Pablo II de que ‘la Iglesia no tiene derecho a ordenar mujeres para el sacerdocio’, cuya validez debería ser probada por pretendidas ‘nuevas comprensiones’ del pasado cuarto de siglo que cuestionan la ‘coherencia de su argumentación’”.

En distintas ocasiones el Papa Francisco ha dicho durante su pontificado que la palabra final sobre la ordenación de mujeres la tuvo San Juan Pablo II, quien en su carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis de 1994 estableció que la Iglesia no puede conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, solo a los hombres.

“De manera más profunda, el Camino Sinodal, aunque se presenta como anclado en el Concilio Vaticano II, interpreta sus documentos de manera selectiva y confusa para proponer visiones insostenibles acerca de la naturaleza de la Iglesia (Lumen gentium), de su relación con el mundo (Gaudium et spes), y de su fundación en la divina revelación (Dei Verbum); visiones imposibles de conjugar con una lectura íntegra del Concilio”.

El Concilio Vaticano II es el acontecimiento eclesial mundial más importante del siglo XX. Fue además un evento ecuménico con el objetivo de buscar el “aggiornamento” o la actualización de la Iglesia en el mundo actual. Los documentos Lumen Gentium, Gaudium et spes; y Dei Verbum son parte del resultado de las deliberaciones de los obispos o padres conciliares participantes.

Mons. Aquila advierte que “para justificar el deseo del Camino Sinodal de democratizar el gobierno de la Iglesia y albergar la posibilidad de admitir mujeres al sacerdocio”, lo que hace el Texto Fundamental es simplemente cuestionar la distinción entre el “sacerdocio” de los bautizados y el sacerdocio ministerial ordenado.

Además “el Texto Fundamental no acierta a unir claramente este ‘sacerdocio ministerial especial’ con el sacramento del Orden, querido e instituido por Jesucristo mismo. Este yerro parece claramente intencional”.

La jerarquía de la Iglesia

El Arzobispo de Denver resalta que “en contraste sorprendente con Lumen gentium, la doctrina de la sucesión episcopal directa de los Apóstoles es completamente omitida en el Texto Fundamental”.

El Prelado asegura que “el Concilio Vaticano II fundamenta la constitución jerárquica de la Iglesia directamente en la intención manifiesta de Cristo Jesús y del Espíritu Santo mismos. Por tanto, está fuera de la competencia de la Iglesia, en Alemania o en cualquier lugar, alterar fundamentalmente eso”.

Mons. Aquila reconoce que los casos de abusos, incluidos los de poder, han afectado a la Iglesia, pero considera “desafortunado que el Texto Fundamental dé por hecho que la mejor o la única reforma posible del ejercicio del poder es diluirlo en un sistema de controles y contrapesos”.

Sin embargo, esto no significa que los fieles laicos no puedan “o no deban ayudar al clero en el gobierno de la Iglesia” y que es importante la “configuración jerárquica entre los dones, precisamente por el bien del todo”.

Mons. Aquila resalta que “el poder cristiano debe ser crucificado, una y otra vez, a través del arrepentimiento y el humilde servicio a los fieles” y que “en la purificación de las estructuras de autoridad eclesiales, no hay alternativa a la penitencia y a la búsqueda sincera de la santidad”.

¿La Iglesia está preparada para soportar el odio del mundo?

Mons. Aquila afirma en su carta que “la Iglesia debe aceptar humildemente y responder penitentemente a las críticas del mundo cuando no vive de acuerdo con su propia enseñanza, como en el caso del escándalo de los abusos sexuales”.

“Con todo, también debe estar preparada para soportar el odio del mundo por su fidelidad a la Palabra de Dios”, continúa.

“No debe conformarse al mundo sino servir como levadura en él (Gaudium et spes §40). Estamos en el mundo pero no somos del mundo. Somos enviados al mundo consagrados en la verdad por Jesús”.

El Arzobispo de Denver indica que al leer el Texto Fundamental o Grundtext se “hace difícil evitar la conclusión de que la Asamblea Sinodal espera lograr una Iglesia que, lejos de estar preparada para sufrir el odio del mundo por su fidelidad a Cristo, esté preeminentemente condicionada por el mundo y sea aceptada cómodamente como una institución respetable entre otras”.

“El Texto Fundamental no muestra virtualmente apreciación alguna sobre cómo las exigencias específicas del Evangelio, en tanto que proclamado por la Iglesia en fe y caridad, puede y de hecho apunta a la aguda oposición que el Nuevo Testamento pone consistentemente entre el espíritu del mundo y la fidelidad a Cristo Jesús”.

Más aún, “el texto ignora el costo del discipulado tal y como Cristo lo expone en el Evangelio”, alerta Mons. Aquila.

El Magisterio de la Iglesia

El Arzobispo refiere que la asamblea sinodal “reinterpreta el papel del Magisterio de la Iglesia como una moderación de diálogo. Esta posición sobre la autoridad en la enseñanza, incluso en la del Santo Padre, fue ilustrada por la reacción de su Excelencia el Obispo Bätzing a la respuesta de la Congregación para la doctrina de la fe a un dubium acerca de la posibilidad de bendecir uniones del mismo sexo”.

Mons. Georg Bätzing, presidente del Episcopado alemán y uno de los promotores en el país de la bendición de parejas homosexuales y de darles la Eucaristía a los protestantes, dijo hace unos días que el Camino Sinodal está tratando “de discutir el tema de las relaciones exitosas de una manera integral que también tenga en cuenta la necesidad y los límites del desarrollo doctrinal de la Iglesia. Los puntos de vista que la Congregación para la doctrina de la fe (CDF) propuso hoy deben ser y serán, por supuesto, admitidos en estas conversaciones”.

Mons. Aquila afirma que “así, la decisión de la CDF –que es una expresión del magisterio pontificio ordinario– solo añade ‘puntos de vista’ que serán tenidos en cuenta por la Asamblea”.

“Para ser claros, el Papa y los obispos pueden, deben y, de hecho, escuchan las voces de los fieles y consultan con fieles expertos en campos relevantes. Sin embargo, al final, solo los obispos, en comunión con el Papa, tienen la responsabilidad de enseñar con autoridad, ‘dotados de la autoridad de Cristo’ (Lumen gentium §25)”, agrega.

El Arzobispo de Denver precisa luego que “no incumbe a los obispos enseñar sus propias visiones y opiniones” y que como San Pablo “deben enseñar solo lo que ellos mismos han recibido”.

El Prelado destaca que la aproximación de la Asamblea Sinodal “es suficientemente dúctil para dejar vacío de sentido cualquier contenido verdadero decisivo”.

En ese sentido, “la Asamblea se cree no solo competente, sino incluso ligada por el deber, para tomar decisiones para la Iglesia, excediendo el discurso bloqueante (Diskursblockaden) de aquellos que puedan oponerse a sus juicios (Grundtext, p. 15)”.

Al resaltar la importancia de seguir con fidelidad el Magisterio de la Iglesia, el Arzobispo cuestiona: “¿Permaneceremos unidos a la viña, Cristo Jesús, y daremos fruto, o nos secaremos (Jn 15, 5-6)? ¿Hemos, como la iglesia en Éfeso a quien Jesús resucitado se dirige, abandonado el primer amor (cf. Ap 2, 4)?

“Si es así, atendamos la exhortación y advertencia del Señor de los reyes de la tierra: ‘Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera. Si no, iré donde ti y cambiaré de su lugar tu candelero, si no te arrepientes’ (Ap 2, 5; cf. 1, 5)”.

Hermano mío, recordemos a Cristo crucificado. Recordemos nuestro primer amor”, concluye el Arzobispo de Denver.