Pintura de la Asunción de María en la Basílica de San Martín de Tours / Crédito: Wikimedia Commons
Los católicos de todo el mundo celebran la Solemnidad de la Asunción de María el 15 de agosto, conmemorando su subida gloriosa a los cielos. Sin embargo, si bien el día de la celebración es relativamente nuevo, su historia tiene raíces en los primeros siglos de la iglesia.
El numeral 1246 del Código de Derecho Canónico indica que esta fiesta es de precepto, es decir, una solemnidad en la que el católico tiene la obligación de participar de la Misa.
No obstante, en el mismo numeral se señala que “la Conferencia Episcopal, previa aprobación de la Sede Apostólica, puede suprimir o trasladar a domingo algunas de las fiestas de precepto”. Por tal motivo, en algunos países no es obligatorio.
El Dr. Matthew Bunson, colaborador principal de EWTN, señaló que “a medida que la vida terrena de la Virgen María llega a su fin, la Asunción nos ayuda a entender más plenamente no solo su vida, sino que nos ayuda a enfocar siempre nuestra mirada a la eternidad”.
“Vemos en María la lógica de la Asunción como la culminación de su vida. Un requisito eucarístico para ese día es muy apropiado”, continuó.
El dogma de la Asunción de María, también llamada “Dormición de María” en las iglesias orientales, tiene sus raíces en los primeros siglos de la Iglesia. La Iglesia Católica enseña que cuando María terminó su vida terrenal, Dios la elevó en cuerpo y alma al cielo.
Esta creencia remonta sus raíces a los primeros años de la Iglesia. Mientras que un sitio fuera de Jerusalén fue reconocido como la tumba de María, los primeros cristianos sostuvieron que “no había nadie allí”, aseguró Bunson.
Según San Juan Damasceno, en el Concilio de Calcedonia del 451 d.C., el emperador romano Marciano solicitó el cuerpo de María, Madre de Dios. San Juvenal, que era Obispo de Jerusalén, respondió “que María murió en presencia de todos los apóstoles, pero que su tumba, cuando se abrió a petición de Santo Tomás, fue hallada vacía; de donde los apóstoles concluyeron que el cuerpo fue llevado al cielo”.
En el siglo VIII, alrededor de la época del Papa Adriano, la Iglesia comenzó a cambiar su terminología, renombrando la fiesta del “Memorial de María” a la “Asunción de María”, anotó Bunson.
La creencia en la Asunción de María fue una tradición muy extendida y una frecuente meditación en los escritos de los santos a través de los siglos. Sin embargo, no se definió oficialmente hasta el siglo pasado.
En 1950, el Papa Pío XII hizo una declaración infalible “ex-cathedra” en la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus, definiendo oficialmente el dogma de la Asunción.
“Con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”, escribió el Papa.
En el decreto, que fue aprobado de antemano por las diócesis de todo el mundo, el Papa Pío XII examinó siglos de pensamiento cristiano y los escritos de varios santos sobre la Asunción de María.
“Tenemos a lo largo de la historia de la Iglesia un testimonio casi universal de esto. Tenemos este hilo que recorre toda la historia de la Iglesia en apoyo del dogma. Eso es significativo porque apoya la tradición de la Iglesia, pero también apoya una comprensión más profunda de las enseñanzas de la Iglesia de cómo confiamos en las reflexiones de algunas de las más grandes mentes de la misma”, comentó Bunson.
Lo que también es notable sobre el dogma, agregó, es que “usa el tiempo pasivo”, enfatizando que María no subió al cielo por su propio poder, como lo hizo Cristo, sino que fue elevada al cielo por la gracia de Dios.
Actualmente, la fiesta de la Asunción está marcada como un gran día de fiesta y de precepto en varios países, incluyendo Estados Unidos.
El Dr. Bunson explicó que en festividades importantes es necesario destacar el significado real de la celebración, enfatizando la necesidad de celebrar la Eucaristía ese día.
“¿Habría algo más apropiado que en la fiesta de la Asunción de la Santísima Madre, una vez más, centrarse en su Hijo, en la Eucaristía?”, cuestionó.
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