Redacción Central, 17 Ago. 23 (ACI Prensa).-
Cada 18 de julio la Iglesia celebra la fiesta de Santa Elena, madre del emperador Constantino y recordada por haber encontrado la que, según la tradición, sería la Cruz donde murió Jesucristo, además de otras reliquias relacionadas con el Señor.
Aquí les presentamos ocho datos sobre la vida de esta emperatriz que rescató un gran patrimonio para la Iglesia Católica.
1. Nació en una familia humilde
Flavia Julia Elena Augusta nació alrededor del año 250 en Bitinia (al norte de Turquía y junto al Mar Negro), en el seno de una familia humilde.
Según la tradición, era muy bella y fue este atributo lo que atrajo al famoso general romano Constancio Cloro cuando la vio mientras recorría la zona.
2. Fue abandonada por su esposo
Constancio Cloro se enamoró de Elena y se casó con ella. Aproximadamente en el año 270 tuvieron un hijo al que llamaron Constantino.
Ambos llevaban años de matrimonio cuando el emperador Maximiliano le ofreció a Constancio Cloro la oportunidad de ser nombrado su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a Elena y se casara con su hija Flavia Maximiana Teodora.
Así, motivado por su ambición, él repudió a su esposa. Elena sufrió por este abandono durante 14 años, en los que se convirtió al cristianismo.
3. Colaboró con el fin de la persecución
Luego de la muerte de Constancio Cloro, Constantino fue proclamado emperador de Roma por el ejército. Aunque era pagano como su padre, el joven había sido instruido por su amada madre en los fundamentos del cristianismo.
Sin embargo, se convirtió cuando, antes de la batalla en la zona entre Saxa Rubra y el Puente Milvio, vio una Cruz en sus sueños con una leyenda que decía: “Con este signo vencerás”. Al día siguiente, el emperador llevó una Cruz al combate y exclamó: “Confío en Cristo, en quien cree mi madre Elena”.
Tras la victoria, Constantino decretó la libre profesión de la religión católica. Así terminaron tres siglos de sangrientas persecuciones contra los cristianos.
4. Fue nombrada Augusta o Emperatriz
Constantino amaba muchísimo a su madre y alrededor del año 325 le otorgó el título de Augusta o Emperatriz.
Además, mandó a hacer monedas con la figura de ella y le dio plenos poderes para que utilizara el dinero del gobierno en las obras buenas que quisiera.
5. Era cercana a los pobres
San Ambrosio narró que, a pesar de ostentar tan alta dignidad, Santa Elena se vestía con sencillez y se mezclaba entre los pobres para ayudarlos. También era conocida por su intensa vida de piedad.
6. Viajó a Tierra Santa
Con el apoyo de su hijo Constantino, Santa Elena viajó a Tierra Santa para buscar las reliquias relacionadas directamente con Jesucristo.
San Crisóstomo y San Ambrosio señalaron que, después de realizar muchas excavaciones en Jerusalén, se encontraron tres cruces.
Como no se podía distinguir cuál era la de Jesús, trajeron hasta el Monte Calvario a una mujer agonizante y, al tocarla con dos de las cruces, ella empeoró. Pero al tocarla con la tercera, la enferma se recuperó instantáneamente. Entonces Santa Elena, el Obispo de Jerusalén Macario y miles de fieles llevaron la cruz en procesión por las calles de la ciudad.
La emperatriz halló otras reliquias de Jesús: los clavos que perforaron sus las manos y pies, el “Titulus Crucis” (la inscripción de la cruz), una parte de la túnica que utilizó antes de ser crucificado, un fragmento de la cuna donde Él reposó y la Escalera Santa que Jesús subió el Viernes Santo para ser juzgado.
También recuperó las reliquias de los Reyes Magos y descubrió el sepulcro donde fue enterrado Jesucristo.
En Tierra Santa mandó construir tres templos: uno en el Calvario, otro en el Huerto de los Olivos y el tercero en Belén.
7. Colocó un clavo de Cristo en el casco de Constantino
Dice la tradición que para proteger a su hijo Constantino en las batallas, Santa Elena colocó uno de los clavos de Jesús en su casco y otro en su caballo.
8. Su sarcófago está en los Museos Vaticanos
Santa Elena falleció entre los años 330 y 335. Fue enterrada a las afueras de Roma y su sarcófago fue trasladado en 1777 al Vaticano, donde fue restaurado.
El sarcófago tiene grabadas escenas de batallas de los romanos contra los bárbaros y un par de leones. Puede visitarse en el Museo Pío Clementino, dentro de los Museos Vaticanos.
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